Sueños reales

Mariquita y el Sapito se sumieron en un sueño muy profundo, con el deseo de descansar, en una pequeña gruta al lado del Jardín de las Flores de Colores.

El caso, es que no les vino la paz: Mari se pasó la noche de pesadilla en pesadilla con ensoñaciones que se le tornaron reales al despertad; soñó que la reina Petunia les había engañado, porque les había indicado un camino equivocado. Rápidamente, abandonó esos pensamientos, mientras observó como su compañero de aventuras parecía asustado.

– ¿Qué te pasa amigo?, ¿por qué te has despertado tan aturullado? – preguntó el insectito.
– Mariquita querida, me he pasado la noche de ensoñación en ensoñación y en todas se repetía igual sensación: Petunia nos había engañado dándonos un plano equivocado.
– ¡Ains! ¡A mí me ha pasado igual!, ¿ acaso no serán nuestras imágenes premonitorias? – interrogó asustada.
– La verdad es que es muy extraño, pues nunca me había pasado, pero no nos queda más remedio que continuar para este acertijo averiguar – dijo el Sapo anciano con firmeza.

Así, cuando despuntaron los primeros rayos de sol, decidieron pasar a la acción y, mientras, fueron de conversación, acerca del posible engaño de la reina atroz:

– Sapito bueno, ¿qué te parece se le decimos a Esther que nos venga a ayudar? Porque imagínate que lo del plano es verdad…

– ¡Ay, tienes razón! ¡No había caído en tan importante consideración! Entonces, ¿llamamos ya a Esther o nos volvemos al Vergel? – dijo Mari, que seguía muy asustada.

– Ahora mismo no sé, aunque, quizá debamos esperar, pero ¿esperar a qué? Lo mejor será continuar, pues es momento de ponerle fin a tanta maldad. No obstante, nuestra creadora nos podría ayudar; vamos a darle una gran voz:

– Esther, Esther, por favor, hazte presente, necesitamos saber si la flor nos ha engañado un «montón».

Entonces yo, desde la otra dimensión, intenté establecer la comunicación mediante una nueva simbiosis perfecta ¡no podía fallar pero… FALLÓ! ¿Cuál sería la razón? Lo único que pude decirles a mis queridos personajes, aunque con bastante distorsión, es que siguieran la misión teniendo siempre en cuenta los dictados de su corazón y, lo cierto, es que creo que mi mensaje les llegó porque lo llevaron, inmediatamente, a la acción: Miraron el plano y, después, de pasar por el Río de Cristal de Murano, se adentraron en la Senda del Malhumor.

Al principio, nuestros amigos, se sintieron como en otra dimensión, exultantes de emoción ¡Qué alegría! ¡Qué felicidad!, llegaron a corear, pues todo se había convertido en una delicia fenomenal, pero, a medida que fueron caminando, cambió la situación: Mariquita no quería continuar y su estado de ánimo iba pasando de «peor a fatal»; por su parte, el Sapo Azul – Grisáceo, estaba cansado de tanto vagar sin parar y sólo pensaba en dormitar. Mari, entonces, se bajó del lomo del anciano Sapo sin parar de refunfuñar, mientras que él le lanzó un asqueado ademán hasta el punto de marchar por sendas opuestas: Mari partió hacia el Bosque del Calor Abrasador y el Sapito hacia el del Frío Helador.

Ante tan terrible situación, no me quedó más remedio que actuar creando una nueva simbiosis, que esta vez si funcionó: Pero bueno, ¿a qué es debido semejante espectáculo?, ¿qué es eso de que cada uno camine por su lado sin sentido ni razón?, ¿no eráis tan amigos? Y, a ti Mari, ¿ya se te ha olvidado todo lo que el anciano Sapo te ayudó? Y ahora esto va para los dos: ¿qué me decís del consabido refrán «la unión hace la fuerza»?

Rápidamente, ante mis duras palabras, no tardaron en responder: Tienes razón, ¿por qué habremos sido tan mentecatos? Es posible que el malhumor provenga de una magia ajena a los dos – dijo el Sapo convencido de sus palabras y, enseguida, vio un enorme cartelón:

«SI HAS CONSEGUIDO TRASPASAR LA SENDA DEL MALHUMOR, SIN NINGUNA VARIACIÓN, TE MERECES UN GALARDÓN.

ADVERTENCIA: ESTE LUGAR PUEDE CAUSAR GRANDES ALTERACIONES EN EL ESTADO DE ÁNIMO, HASTA EL PUNTO DE SEPARARSE DE SU AMIGO MEJOR».

– ¡Eureka! ¡Ualà! Ahí justo está la respuesta de nuestros males. Sapito querido, lo siento, perdóname, por favor – dijo Mari muy arrepentida.

– Claro que sí, pequeña, perdonada quedas y, ahora, fuera penas. Ya sabes que te quiero de corazón y, también, siento de veras la terrible situación – respondió el Sapo, igualmente arrepentido. Ea, pues, pongámonos de nuevo en camino hasta el Río de Regaliz.

Poco tiempo después al lado del Pino Pirulí…

– Un momento, un momento, un momen… ¿dónde se creen que van? – les increpó una voz en off.

– Perdone, ¿es a nosotros? – dijeron los dos. No le vemos. ¿Qué es lo que nos impide pasar?

– Ciao, soy Yo – respondió con parquedad, de nuevo, la voz en off.

– De acuerdo, es usted, pero no tenemos ni idea de quién nos está hablando – refunfuñó el Sapo.

– Pues Yo, me llamo Yo, soy un camaleón y guardián de este lugar. Ah, sin tarjeta de peaje no pueden pasar, así que fuera a la de «ya».

– ¿Tarjeta de peaje? ¿Qué está diciendo? – respondieron los dos un poco asombrados.

– Sí, lo que oyen, están en la carretera principal Cadore, kilómetro 33 – musitó Yo, el camaleón.

– A nosotros no nos ha hablado nadie de peaje, de pasaje, ni de nada que termine por – aje. Me da que nos está engañando… – contestó enfadada Mariquita.

– ¿Me ven acaso con cara de mentiroso? Feo igual soy, pero engañador como que no – espetó enfadadísimo el camaleón tornándose de color rojo pasión.

– Pues, quizá no nos engañe, pero no tenemos tarjeta de peaje – pasaje.

– Pues, muy bien, no pasan y no hay más que hablar. Además, no tengo tiempo, aunque, a juzgar por su infinita perseverancia, parece que les sobra.

– ¡Otra vez estamos con el tiempo! ¿Qué les sucedía a los habitantes del Mundo de los Cuentos con eso del tiempo? – se quedó pensando en voz alta nuestra amiga Pizpireta.

– Vamos a ver, jovencita, no me haga enfadar, deje de desviar la conversación: Pasaje o no pasaje, ésa es la cuestión. Y si tiene necesidad de saber del tiempo, póngase en contacto con el Jefe Relojero – asintió Yo.

– ¿El Jefe Relojero? – Mari no salía de su asombro.

– ¡Claro! Es el que se encarga de medir y controlar nuestro tiempo en nuestro mundo y… Pero, no hay pasaje ¿verdad? – insistió el camaleón que ahora estaba de color marrón.

– ¡Cada vez lo entiendo menos! ¡Con lo fantásticamente bien que vivía en mi Vergel! Y, no, pare ya de preguntar siempre lo mismo: NO HAY PASAJE – respondió voceando la pequeña Mariquita.

– Media vuelta, pues – dijo muy agrio Yo.

– Señor, ¿no existe otro modo de poder llegar al Río de Regaliz? – comentó Mari entre lágrimas.

Y el camaleón se quedó con los ojos más abiertos de lo habitual, incluso parecía que se le iban a partir en dos: ¿El Río de Regaliz? ¿Por aquí? Es imposible llegar por aquí. Tendrían que haber tomado el Sendero del Buen Humor siguiendo todo recto hasta la Casa del Lobo Feroz; allí, a mano derecha, deberían girar para justo encontrarse con ese río monocolor. No obstante, es un lugar altamente peligroso, pues está lleno de alimañas. ¡El que les haya citado ahí no les quiere nada bien! ¡Uy, me entra un tremendo escalofrío de sólo pensarlo!

– Hemos sido citados por Petunia, tenemos que hablar con ella para que acabe con la maldición del Campo de Giramares, ya que la situación es insostenible para los habitantes de la región – explicó el insectito.

– ¡Petunia! ¡Ay! ¡Qué horror! ¡Ahora sí tengo mucho temor! Ella me heló el corazón y, ahora, ya no tengo sentimientos, aunque me encuentre con personas que son todo amor – sollozaba Yo.

– Yo, ¿qué es lo que hizo para que eso sucediera? – preguntó la Mariquita con gran curiosidad.

– Simplemente no le dije que era más bella que las estrellas y es que no sé mentir; para mí, era mejor otra linda flor: La Princesita Margarita, hija del rey Sol. ¡Oh, no! ¡Creo que he hablado en demasía!, seguro que la reina malvada me está observando y me ocasionará un daño todavía peor ¡Oh, cuánto temor! ¡Qué pavor! ¡Tengo que irme! ¡No tengo tiempo!

Y, al igual que e Loro Or y el Ruiseñor, se diluyó.

– Si es que sabía yo que esa flor altiva y presuntuosa nos estaba engañando dándonos un falso plano; entonces, nuestros sueños eran verdaderos. ¿Qué podemos hacer, Sapito? – expresó Mari.

– Bueno, si te fías de un anciano como yo, lo mejor es que sigamos mi intuición: No me creo a Petunia, pero sí he visto sincero al camaleón, ¿por qué no hacemos caso a la información que nos regaló? Busquemos sin temor la Senda del Buen Humor y luego la Casa del Lobo Feroz y ya la derecha…

– ¡Claro! ¡El Río de Regaliz!, pero, ¿cuándo llegaremos habiendo perdido tanto tiempo por aquí?

– Querida Mariquita mía, ¿también se te ha pegado lo del tiempo dichoso? Ahora lo que nos compete es llegar y hablar, así que deja el tiempo en paz.

De repente, apareció una gran ventana y, en su interior, un televisor de cristal, del que salió una carta que decía así:

«EL TIEMPO ES ORO Y CORRE EN VUESTRA CONTRA. DAOS PRISA. OS ESPERO EN EL RÍO DE REGALIZ.

FIRMADO: LA REINA PETUNIA.

P.D: ¡OH, PERDONAD! ¡QUÉ DESPISTE EL MÍO! ¡TUVE UNA CONFUSIÓN! ¿O NO? EN VEZ DE LA SENDA DEL MALHUMOR, QUISE DECIR DEL BUEN HUMOR, JA,JA, JA, ¡QUÉ EQUIVOCACIÓN! Y DESPUÉS, TAMPOCO VENÍA EL PINO PIRULÍ, SINO EL ÁRBOL COLOR AÑIL. ¿EQUIVOCACIÓN O NO? EN REALIDAD, OS ENGAÑÉ, SÍ ¿Y QUÉ? ESTAD MÁS AVISPADOS PARA LA PRÓXIMA ¿EH?. AHORA, YA EN SERIO, OS DEJO EL ITINERARIO REAL:

1. Os encontráis en el Pino Pirulí.

2. Seguid por la Senda del Malhumor hasta el final y os encontraréis con la Taberna de Aroma a Mar.

3. A continuación, pasad por la Senda del Buen Humor hasta la Casita del Lobo Feroz.

4. Girad a la derecha y ahí está el Río de Regaliz. No es difícil ¿verdad?

– ¡Claro! ¿Y ahora cómo alcanzamos a saber que no es otro ardid? – dijo desconfiada Mariquita.

– ¡No tengo tiempo! Recordad: El tiempo es oro y, más, para los habitantes de la región. Ciao, ciao, nos encontramos allí donde el Regaliz jijijiji.

Inmediatamente, se apagó el televisor, que soltó un mapa multicolor.

Nuestros amigos se encontraban igual que cuando se despertaron al lago del Jardín de los Bellos Colores (o quizá peor, pues al anciano Sapo le costaba mucho arrancar su motor).

El Sapito estuvo tentado de tirar la toalla, pero su amiga Mari no tardó en lanzar palabras de ánimo: Amigo, recuerda lo que nos dijo Esther hace un rato: La unión hace la fuerza. A ver, ¿cuánto es una fuerza + otra fuerza?

– Dos fuerzas – respondió el Sapo, sin entender muy bien.

– Muy bien, esto es lo que tenemos para continuar, así que vamos raudos a caminar – dijo animosamente el insectito.

– ¡Es cierto! ¡A caminar! – respondió, más animado, el Sapo. Hagamos, de nuevo, caso a mi intuición; busquemos la Senda del Buen Humor.

– ¿Y si nos ha vuelto a engañar? – dijo desconfiada la Mariquita.

– He dicho que hagamos caso a mi intuición – farfulló el Sapo Azul – Grisáceo.

Así, tiempo y más tiempo paso: Deshicieron sus pasos, avanzaron por la Senda del Mal Humor, pero ya sabiendo de qué iba la cuestión y, al poco rato, divisaron la Taberna del Aroma a Mar y…

Queridos amigos, aquí termina la historia de hoy. Si queréis saber más, os toca esperar 🙂

Moraleja:

«La unión hace la fuerza». Olvídate del horrible «Divide y vencerás» e intenta solucionar tus problemas en compañía de una mano amiga; seguro que así los obstáculos no te parecerán tan infranqueables y hasta los podrás derribar.

¡Buena lectura!

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2 pensamientos en “Sueños reales

  1. Primero de todo… Me encanta el lugar en el que has situado al Camaleón Yo jajaja. Yo, aparte de la moraleja que tú has puesto, me creo una propia y es que ir por el sendero del Mal Humor nunca puede ser el camino correcto para conseguir tu objetivo, todo es mucho más fácil con una sonrisa 😀

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