Semifinal

– ¿Mala yo? No, por favor. Quizá, soy algo traviesa y lo que más me divierte en este mundo, es jugar con los demás, pero un poquito nada más. – rió Petunia, después tosió, mientras su aspecto empezó a variar ligeramente.

– ¿Y eso no es tener maldad? ¡Qué barbaridad! – respondió Mari muy ofendida.

– Pues no, querida Mariquita, para mí, como ya he dicho, es jugar o es que ¿acaso no me escuchabas cuando estaba hablando? Si, quieres, te lo vuelvo a repetir por última vez: Jugar es jugar y no le veo ni un ápice de maldad ¿ya? – respondió, rabiosa, la flor. Y, venga, pasemos a la siguiente cuestión que, a este ritmo, me voy a dormir ¡Ay, qué sueño me está entrando…!

– Petunia – dijo Sonia, tímidamente.

– Para ti, reina Petunia – la flor se ofendió.

– Perdone. Reina Petunia, ¿por qué motivo transforma a las personas en pájaros o en reptil? 

– ¡Bien! Una pregunta menos comprometida que la anterior. Te contestaré, querida muchacha; lo hago porque es lo que se me da mejor.

– De acuerdo, muchas gracias, pero, ¿le podría formular otra pregunta? – dijo Sonia.

– Venga, veamos a ver – respondió, secamente, Petunia mientras tosía.

– Reina Petunia, ¿cuál es el motivo de esas conversiones? ¿Por qué lo hace? – preguntó Sonia, que estaba un poco asustada.

– Bueno, bueno, no sé si a esto debería contestar, aunque ya que estamos y soy una flor de palabra, te diré que es porque no puedo soportar que no me digan que soy la mejor y la más bella flor; es algo superior a mí, me sienta fatal – dijo, en tono airado, la malvada flor.

Poco a poco, y a medida que avanzaba el interrogatorio, la reina flor iba teniendo un aspecto peor. Así, su criado, el Ruiseñor, no tardó mucho en reaccionar: Flor de mis entretelas y más bella que las estrellas ¿Qué le está sucediendo? Está cambiando de color y su tallo y sus verdes hojas están adquiriendo un tono marrón – comentó, el pájaro cantor, bastante asustado y a punto de llorar.

Pero Petunia, que siempre ignoraba al Ruiseñor, pasó por completo de su intervención y continuó.

– Me pareció escuchar el sonido del viento al chocar contra la ventana; yo, ciérrala, por favor, que no me quiero acatarrar, pero ya tengo una tos que no sé – Petunia achacó su continuo toser a la corriente y prosiguió. Vamos, preguntad, no tengáis miedo, que no os voy a comer, preguntad porque, al final, me hartaréis y me marcharé.

– Querida reina Petunia – preguntó, ahora, Rosa. ¿Usted sabía que la Bruja Cuca le haría pagar ese alto precio? Ya sabe, me refiero a la entrega de su medio corazón y a la transformación en flor, a cambio de obtener el poder.

En ese preciso instante, salió una pequeña lágrima furtiva de lo más profundo del ser de la flor, probablemente, cuando recordó sus tiempos en los que era una bella princesa y, acto seguido, habló.

– La verdad, Rosa, es que no. Sí, bueno, sabía el tema del corazón, pero lo otro no.

– Ah, muchísimas gracias, pero ¿me permitiría otra cuestión? – dijo Rosa.

– Sí, venga, aunque no te demores, por favor que, como ya os he dicho repetidas veces, me voy a cansar ¡Puf! ¡Qué sueño tengo! ¡Qué rara me encuentro! – dijo Petunia, que estaba aún más marchita y marrón.

– Reina Petunia, ¿se siente feliz de ser una flor? – preguntó Rosa.

Petunia se calló durante un breve período de tiempo y cambió del todo de color; lo hizo hasta de condición, pues, ahora, se convirtió en un horrible cardo marrón con muchísimos pinchos a su alrededor. Y, ante tamaña situación, se hizo un silencio todavía mayor que el anterior para, después, abrir paso a una larga cadena de murmuraciones. Mari, el Sapito y la princesa Marga, no daban crédito a tan extraña transformación y, yo, desde el otro lado del Umbral, empecé a temblar, pues tenía la sensación de que nada bueno podía pasar.

Ninguno se atrevía a decirle nada a la reina sobre su nueva condición hasta que, el Ruiseñor, nuevamente, casi sin aliento, musitó.

– Mi reina, ahora mismo ha acontecido un hecho terrible con relación a su aspecto; no se lo va a querer creer, pero…

– ¿Qué? – dijo, la flor – cardo, con un hilo de voz. No sé a qué te refieres; háblame, pájaro cantor.

– No sé ni por dónde empezar; es que… usted… ya… no… – dijo, con temor, el Ruiseñor.

– Habla, de verdad, que no me voy a enfadar; deja los enigmas para después – ahora eran, incluso, más imperceptibles las palabras del cardo.

– Verá, mi señora, ha sufrido un cambio de estado que pienso que ni ha observado. Es cierto que antes era más bella que las estrellas, pero ahora ya no: Es un horrible cardo marrón con una gran cantidad de pinchos a su alrededor – dijo, atropelladamente, el pájaro.

– ¿Cómo? ¿Qué estás diciendo? ¿Un cardo yo? Definitivamente, te falta un hervor si no son dos o tres – ahora, subió un poco el tono de voz de la antes flor, para luego volver a bajar mucho más. Esto seguro que me lo dices porque me quieres arruinar; te estás rebelando, aunque, no me pilla de sorpresa, hacía tiempo que lo venía observando. Haré como que no he escuchado nada.

Pero, la reina Petunia que, estaba llena de curiosidad, no tardó en llamar a otro de sus criados.

– Yo, por favor, dime la verdad; dime que, ese pájaro emplumado, está mintiendo – dijo el cardo.

– Mi reina, lo siento pero, el pájaro, solamente dice palabras de verdad – respondió el camaleón, con miedo.

– Esto no puede ser; trae presto un espejo u otro objeto en el que me pueda reflejar – la reina, ahora, dudó por un instante.

Así lo hizo Yo y, en menos de un minuto, apareció con un gran cristal extraído de un ventanal; se le dio a la antes flor y ésta, al ver la conversión, inmediatamente, se desvaneció y, por completo, se marchitó. 

Acto seguido  todas las puertas y las ventanas del Palacio de la Luna y el Sol, se cerraron herméticamente y éste se convirtió en un cubo de acero, movido por un gran ventilador y todos nuestros amigos aparecieron en otra región. 

Pasado un rato, la estructura se abrió por un lateral y salió todo el batallón. Vieron un lugar en el que, a juzgar por la primera impresión, parecía que nunca salía el sol y que no existía el color, salvo el gris tirando a negro. ¿Y quién habitaría en aquel sitio tan hostil? Si queréis saberlo, tendréis que esperar, nuevamente, a la siguiente entrada de blog.

¡No! ¡No! Es broma, esperad, no os vayáis tan rápido, que es lo digo ya, aunque antes vamos a probar: ¿Sois capaces de adivinarlo? Venga, a la de tres, pensad. Una, dos y…

– Basta ya de adivinanzas y de tanto juego con el lector. A ver si, por una vez y sin que sirva de precedente, somos claros. No hace falta que os quebréis el seso, ya os lo digo yo. Soy la Bruja Cucaracha, Cuca para los amigos, aunque creo que de eso no tengo ¡Jajajajaja! Me llamo así porque siempre voy de negro y porque soy capaz de sobrevivir a cualquier situación (incluso nuclear) por chunga que sea – dijo la bruja en tono sentencioso.

– Anda, Cuca, la bruja perversa que engañó a mi prima Petunia. ¡Por fin nos encontramos!- habló, para sí, la princesa Margarita.

– Sí, la misma que viste y calza. Yo también me siento encantada de haberos traído aquí ¡Jajajaja! – respondió con malicia.

– Y a todo esto, ¿dónde está Petunia? Lo único que recuerdo, de antes de partir, es que se marchitó – dijo Marga con algo de pena.

– Princesa, está aquí, junto a mí; lleva inconsciente y marchita desde antes de que el palacio en cubo se convirtiera – respondió, muy triste, el pájaro cantor.

– ¡Puf! ¡Esto no puede ser! La tendremos que salvar ¿no? – comentó Margarita.

– ¿Salvarla? Princesa, ¿qué está diciendo? Su prima siempre se ha portado fatal y a usted la ha querido mal – dijo, ahora, el Sapito, intentando que Marga entrara en razón.

– Sí, anciano Sapito, tienes toda la razón, pero, en el fondo de mi corazón, intuyo que toda la culpa no es de mi prima la flor – respondió la princesita.

– Permitid que intervenga, que eso ya os lo comento yo ¡jajajajaja! Casi toda la culpa la tengo yo. ¡Ay, qué chica más lista he encontrado! La que siempre ha movido los hilos de todo, ha sido la fantástica, maravillosa, increíble y singular Bruja Cucaracha, es decir, yo. Así que si estabais buscando a la mala de esta narración, ya la habéis encontrado. No tengáis miedo de gritar ¡Cuca hizo todo el mal!, porque es verdad.

Mirad. Yo he permanecido siempre en la sombra, con mucha cautela de no ser vista, siguiendo los pasos de las pobres muchachas infelices con sus vidas y que podrían necesitar de mis servicios; y, por fin, así podría obtener medio corazón para hacer crecer mi poder ¡Jajajajaja! Si antes era una bruja fuerte, ahora lo soy muchísimo más; nadie se me puede igular ¡Gracias Petunia, amor! – la malvada Cuca rió tan fuerte que, hasta, la tierra se estremeció.

La malvada bruja, que no se cansaba de hablar, pues se sentía más protagonista que nunca, continuó:

– Y, antes de que alguno de vosotros me interrogue, responderé yo a todo lo que os pudiera interesar, porque ya veo que en esta historia os encanta preguntar; os pasáis el día entero con interrogaciones y más interrogaciones ¿acaso no tenéis otra cosa que hacer? Y, lo peor de todo, es que no os cansáis – dijo, muy rabiosa, Cuca.

Escuchad, con atención, porque no lo voy a repetir: Elegí a la princesa Petunia, ya que casi no me quedó ni elección y es que me lo puso tan fácil, pues fue desconsolada a mi casa, tras haber leído uno de mis innumerables anuncios en el periódico de tirada regional «Estrella de Mar», que decía así:

SI ERES MÁS BELLA QUE LAS ESTRELLAS, PERO LOS QUE TIENES A TU ALREDEDOR NO LO SABEN RECONOCER Y, A PESAR DE TODO, QUIERES TRIUNFAR CONVIRTIÉNDOTE EN LA MÁS PRECIOSA DEL LUGAR (O INCLUSO EN REINA), NO DUDES EN LLAMAR A MI CELULAR O, MEJOR, ME VIENES A VISITAR.

PREGUNTA POR: CUCA.

Y eso fue lo que hizo Petunia, en mi humilde morada apareció.Y ,es más, me dio tanta penita – dijo irónicamente – que toda su vida fuera un ir y venir de incomprensión que, al final, tuve que intervenir. ¡Ay! ¡Qué desazón! ¡Todavía me conmuevo al rememorar aquella desdichada situación!

Le pedí  por favor (y es que una cuando quiere es hasta educada) que dejara de llorar, ya que en el Mundo de los Cuentos todo tenía solución (o no) y que se encontraba en el sitio adecuado (o no).

– ¿Y qué pasa con lo del medio corazón? ¿Qué me dice de la conversión en flor? Ahora va a resultar que usted es una buena persona casi angelical. ¿Y la transformación en cardo unida al estado de inconsciencia? ¡Es que no lo soporto más! – dijo la princesa Margarita con una mezcla de rabia y de tristeza.

– Habíamos dicho que no se preguntaba, que yo os iba a responder a todo ¿y no lo estoy cumpliendo? Pero, princesa nerviosa, te me has adelantado, precisamente, a lo que iba a comentar ahora. Yo, nunca le mentí con lo del medio corazón, ni tan siquiera con la conversión en flor, pero es que estaba tan emocionada y deseosa de venganza, que no alcanzó a leer la letra pequeña. Aquí os he traído una copia del contrato con todas y cada una de las cláusulas, porque me temía que esto podía pasar, así que, por favor ¡qué educa soy! mirad:

(1) A cambio del poder, me cederás medio corazón; no te sucederá nada, porque podrás funcionar a la perfección con la otra mitad.

(2) Sufrirás una transformación, posiblemente en flor.

(3) Tu poder será grande, pero menor que el mío. Obvio ¿no? Para eso yo soy la bruja y tú no.

(4) Si quisieras volver a tu antigua condición, convierte a tu prima Margarita en mariquita, justo cuando vaya acompañada de un anciano Sapo Azul – Grisáceo y de una Mariquita Pizpireta, que lo sea en verdad.

– ¡En fin! Me cuesta mucho creer que mi prima no lo leyera, pues siempre ha sido muy meticulosa y desconfiada – dijo, Marga, dudando de las palabras de la bruja.

– Pues, mira, no lo leyó. Si te fías de mí, genial y si no, pues peor para ti. ¿Me dejas proseguir, jovencita? ¿Ves lo que digo de que os pasáis la vida preguntando? Sigo, ya que no tengo todo el tiempo del mundo ¡El tiempo! ¡Qué cosa extraña es el tiempo!

(5) Si sientes el deseo muy profundo de querer ser humana y no eres capaz de obrar la transformación ,en el plazo máximo de dos meses desde la fecha en que fuiste a visitarme, tú serás la que sufrirás otra mucho peor.

Al final, vais a tener razón; hay un pequeño detalle que no especifiqué – y es que todo no se lo iba a contar ¡muahahahaha! pues soy una bruja y no un ser lleno de bondad -, pero ya habéis visto el resultado: Petunia, una de las princesas más bellas de la región, es ahora un cardo feo, marchito e inconsciente. Y venga, que ya estamos casi en el final – dijo la malvada bruja.

(6) Si se diera la transformación del punto (5), sólo un antídoto haría posible su curación ¿o quizá sean dos? ¿o tres? ¿Creéis que os lo voy a decir? ¡Pues no! ¡Jajajajaja!.

– Está bien, bruja Cucaracha, basta ya de tanta palabrería ornamentada. Dinos cuál es el antídoto o te las verás con nosotros. Estamos muy cansados y queremos restaurar el orden anterior: La paz en el Campo de Giramares y en toda la región – dijo, Mariquita, muy seria.

– ¿Quién me habla? Escucho un leve susurro, pero no sé de dónde viene. Ah, sí, ahora te veo, eres tú, insecto insignificante. Me parece fenomenal que tú quieras lo que me acabas de decir, pero yo ¡NO!. Es más, como os he dicho hace un rato, no tengo tiempo; así que o dais vosotros con la solución o esto se terminó: El cardo feo se diluirá para siempre, Yo nunca volverá a ser Paul, ni Or se convertirá en George. Y, vosotros, «querido» montón, os quedaréis para siempre en este pequeño rincón con Mariquita Pizpireta, el anciano Sapo Azul – Grisáceo y la Princesa Margarita. Ah, no penséis en crear una simbiosis perfecta, porque de eso también me he encargado yo. Daos prisa, pues sólo tenéis 24 horas para desfacer el entuerto ¡Muahahahaha!

Y, en un periquete, la Bruja Cucaracha, desapareció.

– ¡Ay! ¡Apenas tenemos tiempo! ¡Otra vez estamos con el dichoso tiempo! Y ya no lo hago por Petunia, que nunca me ha caído bien, es porque nuestro destino está en juego y un día no es nada ¡jo! – dijo, el Sapito, muy preocupado.

– ¡Qué difícil nos lo ha puesto la bruja! ¡Vamos a ir probando con el método de ensayo o error! – dijo Mari.

– ¿Y qué es eso? – preguntó la princesa. 

– Marga, simplemente, tenemos que ir buscando alternativas y viendo si funcionan o no. Venga, dejemos de hablar y comencemos, pues no hay tiempo que perder – respondió, el insectito, con bastante energía.

Mientras dejamos a nuestros queridos personajes pensar, una servidora se marcha a cargar las pilas, ya que está deseosa de poder contaros el final.

Moraleja:

Si creías que lo habías visto todo, siempre puede haber más; por ejemplo, si uno obra mal, otro lo puede hacer todavía peor (véanse los casos de Petunia y la Bruja Cuca).

Ésta es una posible enseñanza, pero seguro que a vosotros se os ocurren más; no dudéis en hacérmelas saber.

Miles de besos y abrazos multicolores 

¡Hasta muy pronto! 🙂

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