Al caer la noche, en el Vergel, cuando todos se habían ido a dormir, se escuchó muy levemente…
– Ciao Mariquita Pizpireta, Pizpireta Mariquita, querido insectito.
– ¿Sí? ¿Quién me llama? – dijo, Mari, asustada.
– ¡¿No me reconoces!? – cambió, un poco de tono, la extraña voz.
– Lo cierto es que no… O bueno sí, me eres, ligeramente, familiar. ¿Eres Esther? – comentó, Mari, todavía más asustada.
– ¡¿Esther!? Frío, frío, querida, soy alguien que te quiere bien – dijo la voz, con dulzura, aunque parecía ocultar algo. A ver, piensa otra vez.
– Uf, es que si no eres mi amiga Esther, ¿quién podrás ser? – siguió, asustada, Mariquita.
– Ay, de verdad, piensa otra vez – la voz se tornó de dulce en brusca.
– Jo, es que no lo sé – el insectito habló con un hilo de voz.
– Y yo que te hacía más inteligente; al final, te lo tengo que decir. Soy…
– ¡Eres Cuca! – expresó Mari, ahora, con más temor. Aunque eso no tiene razón de ser: La princesa Margarita te pisó y el sonido de su zapato, al rozar con tu caparazón, dio lugar a un enorme «crack»; lo sé muy bien porque me encontraba a su lado; además, no quedó ni rastro de ti, ya que George te arrojó al Río de la Lava Arco Iris.
– ¡Toda esa explicación me parece fenomenal! Pero, dime, entonces, ¿por qué estoy aquí? – respondió, Cuca, en tono tajante.
– Eso es lo que no acierto a entender… – siguió, muy asustada, Mariquita.
– De verdad, y te lo vuelvo a repetir, te hacía más inteligente ¿eh? Parece que de «Pizpireta» sólo te queda el apellido, porque vaya con la Mariquita que me he encontrado. Bueno, tranquila, permanece en calma, que yo te lo explicaré y después… ¡Muahahahaha!
– ¿Y después qué? – preguntó, Mari, aturdida.
– Espera un poco ¿no? Déjame hablar ya que, tarde o temprano, te enterarás – dijo, con malicia, la bruja. Vamos allá: ¿No has oído nunca que las cucarachas somos capaces de sobrevivir a cualquier tipo de catástrofe por dura que sea?
– Sí, pero te aplastó Marga, entonces ya cambia la historia ¿no? – comentó, Mari, ahora algo más calmada.
– Ahí, mira, tienes razón – por un instante, Cuca, no supo que decir.
– Y te repito que vi cómo George te tiraba a la lava multicolor – Mari, se iba creciendo por segundos y su tono se hacía más pausado.
– Y yo te digo.. Ay, ya no sé ni lo que quería comentarte. Ah, sí, ya, lo que me has explicado, me parece estupendo y ya está. ¿Tengo que darte un premio a la mejor observadora del Reino de los Cuentos o prefieres dejarme terminar? Mira, si hace falta, te fabrico un trofeo nacarado con un bonito pedestal – respondió, irónicamente, la Bruja Cucaracha.
– No, no creo que sea necesario – musitó Mari.
– Céntrate querida, tampoco lo iba a hacer ¡Jajajajaja! ¿Realmente me ves tan buena? – río, con maldad, la cucaracha.
– Bueno… – Mariquita volvió a estar, de nuevo, asustada.
– Pues no; ni bueno ni malo. Voy a terminar, si es que me dejas, y lo malo vendrá. Seguro que también habrás oído hablar del conocido refrán castellano «Bicho malo nunca muere» y, yo, como habrás apreciado, cumplo con los dos requisitos: Soy una cucaracha bastante chunga que, incluso, aplastada y achicharrada, vuelve a renacer, ¿te parece bien? – siguió hablando Cuca con el mismo tono de maldad.
– Tanto como bien… No sé, aunque hay una pieza que no me termina de encajar en todo esto – dijo Mariquita, nuevamente, con más calmada.
– Di, pues – respondió, la bruja, con firmeza.
– Usted también digo algo así como que le habíamos vencido por la capacidad de perdonar de corazón – comentó Mari.
– ¡Paparruchas! Si es que os creéis todo; eso formaba parte del show, le daba un toque magistral y hasta digno de un Óscar a mi interpretación. Espero que me contraten para una película o una serie de TV, empiezo a visualizarlo ¡Muahahaha – dijo, Cuca, irónicamente.
– Entonces, ahora lo entiendo todavía menos. ¿Qué me dice de la recuperación de Petunia y de fin de los encantamientos de George, Paul y el Ruiseñor? – preguntó, anonadada, Mariquita Pizpireta.
– Es sencillo; eran efectos mágicos del espectáculo, que en un abrir y cerrar de ojos se terminarán cuando yo diga ¡Ya! Jajajajaja. Y, ahora, me curaré a mí misma, ya que por algo soy, además de bruja, Diplomada en Hechicería y tengo un Máster por la Universidad Malvada en Preparación de Ungüentos Naturales del Bosque de las Hadas y Restauraciones Perfectas Corpóreo – Espirituales. Así que, no perdamos ni un minuto más. Y la bruja pronunció el siguiente conjuro:
«1, 2 y 3
3,2 y 1
que esta bruja poderosa
vuelva a su antiguo ser,
para que, acto seguido,
termine con la vida feliz de
Mari, Marga, Petunia, el anciano Sapo
y todo el «montón»
1,2 y… 3″
Acto seguido, la bruja recuperó su forma habitual y…
Si queréis saber que sucedió, no dudéis en esperar a la siguiente entrada de blog. Gracias infinitas por vuestra paciencia 🙂
Besos y abrazos desde el Umbral de los Sueños.
Que conste que no es peloteo, me parece muy bonito lo que escribes Besotes
Patri, me alegro un montón y para nada he pensado que fuera peloteo. ¿Has conseguido leerlo todo? Si eso te voy poniendo los enlaces en tu muro de fb para que accedas más fácilmente. Un besote 🙂
Este Epílogo promete!!!!!
Puede que sí o puede que no, ya sabes que en el Reino de los Cuentos todo es posible. Espero publicar la segunda parte a lo largo de mañana. Un beso grande, Nani 🙂