Todos los habitantes del Vergel se engalanaron, en un periquete, pues había llegado el momento de asistir a las bodas de las preciosas princesa con nombres floridos y sus apuestos galanes; el príncipe George, antes Or, se casaría con Margarita y Petunia lo haría con su apuesto Ruiseñor.
Los casamientos fueron una auténtica fiesta en la que no faltaron las risas, la bebida, la comida, los bailes y los cantos. Y, precisamente, hablando de canciones, aquí os dejo una de las muchas que compusieron los lugareños del Reino de la Alegría en honor de los flamantes esposos:
«¡Qué alegres estamos todos!
Pues ya se fue, de verdad, la maldad
Y nuestro Reino de los Cuentos
ha emparentado con otro,
que muy lejos está.
La princesa Margarita ha unido
su corazón con el del príncipe George
y la princesa Petunia lo ha hecho
con su dulce Ruiseñor
¡Qué alegría! ¡Qué emoción!
La bruja Cucaracha desapareció
Y Mariquita Pizpireta vivirá feliz
junto a su familia y el Sapito sabedor.
¡Qué alegría! ¡Qué emoción!
Está exultante también todo el montón.
Y, Esther, desde el otro lado del Umbral,
más jubilosa no puede estar.
¡Qué alegría! ¡Qué emoción!
Nuestro orden, por fin, se restauró y
lo vamos a celebrar una vez, dos o más…»
– Un momento, un momento, por favor, hacedme caso, parad la canción; acabo de ver algo horriblemente indescriptible – dijo, Mari, muy sobresaltada, mostrando un gran temor en su mirada.
– ¿Qué te sucede, ahora, Mari querida? ¿Qué has visto? A juzgar por tu semblante, parece que te has encontrado con una aparición o algún espectro singular – respondió el Sapito, intento que se tranquilizara el pequeño insectito.
– ¿Un espectro? ¿Una aparición? ¡Ojalá! Con lo que me he encontrado, creo que es aún peor. No quiero ni mirar abajo por si me lo vuelvo a cruzar. Ay, ¡qué fatalidad! – comentó, Mariquita Pizpireta, que todavía seguía muy asustada.
– Pequeña, ¿por qué no nos dices, de una vez, qué es lo que has divisado? Tranquila, que tengo el presentimiento de que nada malo nos va a suceder – siguió, el anciano Sapo, en actitud sosegada.
– Uf, he visto una «cosa» negra, pequeña, que se movía en círculo muy cerca de mí; ah, tenía el aspecto de una fea cuc, cuca, cucara… cucaracha; ale, ya lo solté ¿y ahora qué podemos hacer? – habló, Mari, más asustada si cabe.
– Primeramente, deberíamos examinar el lugar ¿no? Tenemos que saber, con certeza, si esa «cosa» es una cucaracha o una especie diferente – respondió el Sapo.
El anciano Sapo Azul – Grisáceo, inspeccionó la zona, tal y como había dicho, para ver si el insectito estaba en lo cierto y, rápidamente, llegó a la siguiente conclusión:
– ¡Jajajajaja! Ains, Mari, de verdad, no te obsesiones más; como bien presentía, ya no tienes nada que temer ¿Quieres saber con lo que te topaste?
– Sí, bueno, no, no lo sé; de acuerdo, dímelo ya que si te has reído, no puede ser que el sueño de Cuca sea real – siguió, Mariquita, asustada.
– Mariquita, chiquitina, claro que no es Cuca, ni tan siquiera una de sus primas. Entonces, ¿quieres saber lo que es? – volvió a insistir el Sapito.
– ¡Sí! ¡Claro! Dime pues – respondió, más tranquila, Mari.
– Es una cuc…
– ¿Qué? ¿Ves? Si ya lo decía yo, es una fea cucaracha y hasta puede ser Cuca.
– Mari, qué impaciente eres ¿eh? Te acabo de comentar que no es eso; aquello que divisaste fue una cuchufleta.
– ¿Una cuchu qué? – preguntó, Mariquita, con mucha extrañeza.
– Sí, bien digo, una cuchufleta, un pequeño insecto típico de este Reino, algo semejante a las cucarachas, pero más bellas; se diferencian, sobre todo, en el color del caparazón, que no es negro sino de un gris muy oscuro, aunque, en determinados momentos, si no le da la luz directamente, podría pasar por negro; creo que es lo que te ha sucedido a ti ¿verdad? – explicó, con todo detalle, al anciano Sapo sabedor.
– Sí, ahora que lo comentas, fue así; me encontré con la cuchufleta a la sombra de un ciprés centenario, pues hoy hace demasiado calor y no quería que me diera, demasiado, el sol – dijo Mari, reafirmando las palabras de su amigo.
– Además, querida Mariquita, estos bichitos simbolizan la abundancia y la presencia de buenos augurios, así que estate tranquila, que no hay nada que temer, al revés. Mira, aquí viene toda una familia de cuchufletas y seguro que algo bueno nos quieren decir – comentó el Sapo.
– Buenas tardes, queridos amigos, perdonen que les interrumpa, soy el señor Cuchufleto, el patriarca de la familia de los Cuchufletos y hemos venido a esta celebración tan colosal y hermosa, porque queremos colmaros de bendiciones ¿Podemos entonar con vosotras la bella canción dedicada a los esposos?
– ¿Ves mi querida Mari? Son insectos de bien ¿Ahora ya te encuentras mejor? – comentó el anciano Sapo.
– Claro, además creo que me he enamorado, pues jamás mi corazón palpitó con tanta fuerza. Ay, el amor ¡qué cosa tan bella es el amor! – dijo Mari, mientras emitía una cadena de suspiros amorosos.
– Querida, no dejas de sorprenderme ¿Quién es el apuesto príncipe por el que bebes los vientos? – preguntó, el Sapo, con curiosidad.
– Ay, de ese precioso cuchufleto que no deja de mirarme y que, ahora, se acerca para conmigo encontrarse. Ay, ¡qué cosa tan bella es el amor! – y, Mari, mientras hablaba, se acercó a su amor.
– Entonces, no se hable más, vete a conversar con tu pequeño galán. Al final va a ser verdadero aquello de que «de una boda, sale otra».
Y, ya, cuando el Sapo terminó de decir esto, se dio cuenta, inmediatamente, de que se había quedado solo, pues Mari y su Cuchufleto comenzaron a entablar una bella conversación; lo que se dijeron o dejaron de decirse, creo que no es asunto nuestro pero, queridos amigos, os puedo asegurar que mejor no pudo resultar ya que, desde aquel preciso instante, jamás se volvieron a separar.
Todos y cada uno de los habitantes del Reino de la Amistad volvieron a entonar la canción en honor de los esposos junto con la familia Cuchufleta:
«¡Qué alegres estamos todos!
Pues ya se fue, de verdad, la maldad
Y nuestro Reino de los Cuentos
ha emparentado con otro,
que muy lejos está.
La princesa Margarita ha unido
su corazón con el del príncipe George
y la princesa Petunia lo ha hecho
con su dulce Ruiseñor
¡Qué alegría! ¡Qué emoción!
La bruja Cucaracha desapareció
Y Mariquita Pizpireta vivirá feliz
junto a su familia y el Sapito sabedor.
¡Qué alegría! ¡Qué emoción!
Está exultante también todo el montón.
Y, Esther, desde el otro lado del Umbral,
más jubilosa no puede estar.
¡Qué alegría! ¡Qué emoción!
Nuestro orden, por fin, se restauró y
lo vamos a celebrar una vez, dos o más.
Celebraremos también la futura unión de
Mariquita Pizpireta y Cuchufleto Jr.
¡Qué alegría! ¡Qué emoción!
Todo lo puede el amor»
Y, así, queridos amigos, ahora de verdad, la increíble fábula de Mariquita Pizpireta ha finalizado. Espero que haya sido de vuestro y hayáis disfrutado tanto como una humilde servidora al crearla. Pronto apareceré con nuevos relatos de una temática un poco diferente.
IMPORTANTE:
El jueves se cumple el primer mes de vida de mi pequeño universo y para celebrarlo, además de una serie de sorpresas, os propongo que me hagáis preguntas que tengan que ver con la creación literaria (o no). Yo os responderé encantada a todas ellas. Venga, animaos, que puede ser divertido.
Podéis publicar vuestras cuestiones aquí o en la página de facebook Y vinieron las Musas para quedarse.
¡Gracias por estar siempre ahí!
Un saco bien cargado de besos y abrazos desde el Umbral de los Sueños