Microrrelato en un minuto

Las barricas de relatos son maravillosas; allí van a parar las historias que, con más cuidado, hemos ido destilando con plumas estilográficas áureas, argentadas y con los más bellos cromatismos.

En cambio, las narraciones que jamás merecieron ser leídas, en pocos segundos, se convierten en vino malo y terminan su efímera existencia en albañales putrefactos de urbes inhóspitas.

Y es que, en definitiva, la creación literaria es así: Puramente caprichosa ya que, empleando las misma materia prima – nuestras vivencias -, tan pronto elabora obras maestras, con las que cualquiera podría identificarse, como inmundicias indignas del más mínimo aliento vital.

Entonces, sin más dilación, pidamos a las Musas que nos asistan en tan ardua tarea de fabricación (creación) de morapios (relatos) gran reserva y con denominación de origen.

 

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Nanita de la Luna Lunera Cascabelera

 Luna Lunera Cascabelera ha dejado de rodearse de estrellas porque desea habitar a la vera de su niñita morena, para compartir con ella sus alegrías y sus penas; el lucero ya no quiere alimentarse de papillas de estrellas, sino que le cante su pequeña; tampoco se conforma con darle luz para que se duerma, pues pretende ser su más fiel compañera.

 

Así que, muchacha, en tu mano está bajar del cielo a Luna Lunera para que te cuide, te quiera y, en definitiva, se convierta en tu mamá de luz nueva. 

Pero la pequeña  no está plenamente convencida del plan de su mamá celeste, puesto que si la Cascabelera, que es como ella la llama con cariño, cambia para siempre su morada, todos los habitantes del orbe dejarían de soñar;  y es que ya no habría noche apacible para poder descansar y el Astro Rey se encargaría  el solo de alumbrar sin cesar.

Entonces, le dice la niña preciosa : «Sabes que eres más hermosa que la más bella de las rosas y ninguna estrella contigo se puede comparar; además, intuyo que a tu lado sería  eternamente dichosa, pero es preferible que veles por nosotros cuando cerremos los ojos cansados, para después soñar con que nos acunas en tus brazos de ternura maternal.

 

Y, en seguida, Cascabelera, su Cascabelera, nuestra Cascabelera Luna entendió, de corazón, el relato de su predilecta tornando, no sin derramar alguna lágrima furtiva, a su hogar de verdad.

Hoy, el astro argentado, cuando desea comunicarse con su niña bonita, le envía un pequeño lucero del alba, el cual al tropezar titubeante contra el pavimento desprende un claro fulgor, que termina por convertirse en armónica canción:

 

«Luna Lunera Cascabelera

¡Qué hermosura desprendes!

Tu brillo siempre es superior

al mayor concejo de estrellas.

Quisiste bajar a este mundo de lunáticos

para cuidar a la flor más bella

pero, al final, gracias a ella

comprendiste que tu empresa

se encontraba en el cielo bruñido

Ay Luna Lunera Cascabelera

Brillas más que una manada de estrellas.

¡Qué hermosura desprendes!

Pues hasta el Astro Rey te envidia de veras.

Luna Lunera, cuida de cada una de tus estrellas

y de todos los seres que poblamos la tierra,

así nosotros te esperaremos para que nos duermas»

 

 

 

 

 

 

Esther

Me prometí antes de comenzar con este proyecto que aquí, solamente, tendrían cabida mis pensamientos en forma de historia, pero hoy he recibido un regalo grandioso de mi amiga María: Su crítica a La increíble historia de Mariquita Pizpireta en forma de poema y, claro, ella que es una ARTISTA, no se merece menos que tener un lugar por estos lares. Lo cierto es que ha conseguido plasmar a la perfección la esencia del relato y, en fin, espero que lo disfrutéis tanto como yo. Por cierto, todavía sigo emocionada, las palabras se agolpan y no soy capaz de desarrollar un discurso coherente. Gracias María, gracias por formar parte de la historia de mi vida. Seguiremos encontrándonos en nuestros mundos de bellas formas y colores, de versos y de tramas con personajes que buscan su senda sin cesar.

 

“EN BUSCA DE LA SENDA”

Esther

¡Llamad a Esther,

Si estoy perdida!

En la encrucijadas de caminos,

Indecisa….

¡Encontrar la magia

Sentido, a mi diminuta vida

En aspiración sencilla

De musas creadas!

Busco la libertad

Del camino recto

En lomo de la amistad,

La constancia, el cariño

El abrazo viejo:

Cansado,…

Pero fuerte, como el viento.

El sapo azul

Me acompaña,

Sin medir los tiempos.

 

Emprendo mi viaje

Con mis mejores galas:

El rojo con manchurrones negros

Para que el día y la noche

No  pierda el brío de mis sueños.

Mis alas diminutas

En pequeño desafío

Templarán el calor en el desierto,

Y se cargarán de rocío

En las mañanitas dulces

De paño verde

En hojas vigorosas

Que nos brinden el descanso…

¡Cuidado con la petunia, sapito verde,

Flor  que se refleja en el  lago

En metáfora vanidosa…!

“No he dicho…. cómo me llamo,

MARIQUITA PIZPIRETA”

Quizás no se entienda mi búsqueda

Quizás nadie entienda….

El laberinto del “yo creado”:

De ninfas rodeado,

Es paladar de néctar buscado.

¡Silencio!… ¡alerta!

El ruiseñor de las cumbres

Presume de canto,

Nos puede confundir,

Perdernos en el vacío del eco.

El loro cotilla

Que sale a  nuestro encuentro,

Perturba la paz y el sosiego

En historias muertas de paisajes secos.

Donde la bruja Cucaracha

Tiene su casa

Para espantar los sueños

Con fantasmas

Que entorpecen….

El sosiego de la calma.

¡Menos mal

Que la sencillez

De la inmaculada Margarita

Sale al encuentro

De la sencillez perdida!

En brazos de dianas,

En enredaderas engarzadas…

Orientan de nuevo

El paisaje de la encrucijada.

El campo de los Giramares

En dorados cabellos

Hacen girar el sol

En verdes destellos,

Campos de girasoles

Y margaritas…

Sencillez…

Oriunda de los sueños.

El acantilado rompe la ola maldita

De la desesperanza,

 Dejando el mar libre, en aguas mansas,

 Se acaricia el océano…

Cuando la vista se alarga,

Reorientando la estrellita de mar

El camino despejado,

Paleta de colores

Abanico Majestuoso.

Todo ayer, y todo hoy

El trovador cuenta la historia,

Al paso de los tiempos…

 Y allí y aquí,

Pone fin, con dulzura al cuento

Indescriptible Belleza.

 

A mi amiga Esther en el  comienzo de su vida literaria.

María. A. Molina Almagro

Madrid, 13 de Enero de 2014.