Las barricas de relatos son maravillosas; allí van a parar las historias que, con más cuidado, hemos ido destilando con plumas estilográficas áureas, argentadas y con los más bellos cromatismos.
En cambio, las narraciones que jamás merecieron ser leídas, en pocos segundos, se convierten en vino malo y terminan su efímera existencia en albañales putrefactos de urbes inhóspitas.
Y es que, en definitiva, la creación literaria es así: Puramente caprichosa ya que, empleando las misma materia prima – nuestras vivencias -, tan pronto elabora obras maestras, con las que cualquiera podría identificarse, como inmundicias indignas del más mínimo aliento vital.
Entonces, sin más dilación, pidamos a las Musas que nos asistan en tan ardua tarea de fabricación (creación) de morapios (relatos) gran reserva y con denominación de origen.
Que las musas te acompañen 😉
Lo mismo te digo, Irene. De momento, va el tema bien, porque hacía mucho que no escribía y ya me picaba el gusanillo, más bien las Musas llamaban a mi puerta y yo pasaba de ellas. Un beso grande 🙂